La niebla

Hoy día, la incertidumbre es necesaria para sobrevivir en la sociedad. Es imposible concibir un mundo basado en la certeza. La incertidumbre, con su niebla ofuscada, hace la realidad bella;  tanto es así, que en muchas ocasiones las cosas nos parecen perfectas hasta que desaparece la incertidumbre, y las gélidas corrientes de la certeza se llevan la niebla. En nuestra mente se deslizan pensamientos que tratan de dilucidar la estética de -por ejemplo- una persona a la que no conocemos. Es entonces cuando esa persona está idealizada, y se nos presenta como un ser apuesto e interesante. No obstante, cuando corremos el velo, nos topamos con un engendro aberrante de cabellos lacios y sonrisa de paleto que rompe en mil esquirlas la bella imagen del Adonis que teníamos en la cabeza.

Las cosas que son ciertas no guardan para nosotros ningún tipo de emoción o sentimiento alguno digno de mención. De hecho, tanto más atractivo resulta algo cuanto mayor es su impredictibilidad. Una película cuyo fin nos ha sido revelado deja de tener sentido por completo. Un libro de cuyo desenlace ya estamos enterados no constituye más que una fuente constante de aburrimiento. Así, las diversas disciplinas resultarán más interesantes cuan mayor su incertidumbre sea. ¿Cómo diantre pueden ser las matemáticas emocionantes, si de antemano conocemos los resultados con que nos vamos a topar? Esto es todo.

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