La falsedad

En la sociedad en que vivimos, los seres humanos tenemos una necesidad ineludible: adoptar diferentes facetas con los individuos con los que tenemos que hablar, a gusto o a disgusto. Somos capaces de amoldar nuestro carácter a los diferentes entornos a los que accedemos. Y, ¿cómo logramos esto? Bien sencillo: mediante la falsedad.

El ser humano es falso desde tiempos inmemoriales, dado que siempre ha necesitado de la hipocresía para hacer creer a los demás cosas que, en el estado natural de la realidad, no habría tenido que saber, siquiera llegar a sospechar.

La falsedad no es más que la máscara placentera de la amistad. En su estado natural, el ser humano no sonreiría, miraría con afecto o siquiera se mostraría medianamente cordial con los de su entorno. Se presentaría como un ser atávico, sin emoción ni remordimiento. De carne y hueso, sin sentimiento que hiriese o reconfortase su corazón.


"La falsedad es una forma de multiplicar nuestras personalidades" (Oscar Wilde). Pero, en esta época de la falsedad, todos vivimos contentos. Vivimos en la mentira e, incluso, algunos llegan a creérsela. Pues que sean felices. ¿Qué hay de malo en ser falso si hacemos feliz a quien más odiamos? Esto es todo.

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