Ignorancia

La ignorancia es siempre la más cómoda de las actitudes. El ignorante vive sencillamente contento de existir, mientras que aquellos que razonan viven con el miedo de no estar razonando de verdad.

Aquellos que "tienden al saber", como en su día dijera Pitágoras de Samos, están terriblemente inquietos; el afán por conocer les corroe las entrañas. No hallan lugar para el descanso intelectual.

El ignorante, por contra, se considera sencillamente feliz por haber postrado su trasero en una hamaca cómoda y contemplar desde ella, indiferente, la inquietud infinita de los intelectuales. Es todo.

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